viernes, 10 de septiembre de 2010

No le hizo falta un bozal

Tigre se despreocupó: como este Lobo no muerde, el Matador jugó suelto, presionó y con un Román Martínez inspirado se impuso con justicia por 2-0 gracias a los goles de Castaño y Telechea.
Tic, tac... Tic, tac... Las agujas, más pesadas que nunca, fueron de plomo para Gimnasia. El reloj, cuando las vísperas no son buenas, es el peor enemigo. Y el Lobo, que parece haberse acostumbrado a no hacer goles, a medida que corría el tiempo engordaba por el consumo de nerviosismo y la preocupación de la tabla roja en el lomo. Es que este Lobo no tiene dientes, por lo que no encuentra ninguna Caperucita que morder. Esto, más un mentalizado "justo a nosotros nos van a hacer un gol", hizo que Tigre se despreocupara: mantener su arco bien custodiado no fue una prioridad. Y se soltó. ¿Raro en un equipo de Caruso? No, inteligencia pura para leer el rival que tenía enfrente. El Matador siempre fue más. Con la justeza, la inteligencia y la claridad de un Román Martínez que jugó a ser otro Román, el del Topo Gigio. Con un Castaño que entendió que, lejos de formarse charcos, la pelota viajaba a 110 kilómetros por hora con la lluvia como rocío en el Monumental de Victoria. Con un Telechea persistente y un Ribair Rodríguez vigoroso. El gol de Castaño fue un premio al esfuerzo y el de Telechea un gancho al mentón. En el amanecer del segundo tiempo, Tigre cantó el 2-0 y Ardente le sacó el último colmillo al canino: Graf se perdió lo único más parecido a un mano a mano que tuvo el equipo de Cocca, incapaz de meter algún tarascón. No hizo falta un bozal, el Matador siempre lo tuvo bien amarrado a la correa.

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