El Xeneize tomó el control de la pelota en el comienzo, pero rápidamente quedaron en evidencia sus inconvenientes para armar juego de tres cuartos hacia adelante. Riquelme apareció poco y nada en esos primeros minutos, Mouche perdió una y otra vez en el mano a mano con Pernía, Palermo estuvo sumamente estático y Clemente pasó, pero nunca ganó la cuerda. El elenco visitante se sintió cómodo en el comienzo y, tras controlar a un dueño de casa impreciso y lento, se animó a buscar un poco más arriba. Lo mejor del equipo de Arruabarrena se produjo con el inquieto y desequilibrante Cachete Morales en el centro del campo y a las espaldas de Clemente y Colazo con Leone y Galmarini.
Y el Matador avisó: a los 11 Morales probó los reflejos de Lucchetti y seis más tarde, el arquero volvió a responder en un mano a mano ante Román Martínez. Finalmente, a los 21, Echeverría se soltó por la derecha, se tomó todo el tiempo del mundo y se la puso en la cabeza a Stracqualursi, quien anticipó a todos y fusiló al uno con un tremendo cabezazo. Riquelme se quiso poner el equipo al hombro luego de ese impacto, pero no encontró a ningún socio. Por eso empezó a probar desde afuera: a los 28, reventó el travesaño desde 25 metros. Además, a los 31 colocó un centro picante al punto del penal, pero Ruiz y Sauro se molestaron y perdieron una posibilidad clarísima para decretar la igualdad.
Para colmo, a los 35, en el peor momento de Boca, que no podía dar ni dos pases seguidos, Tigre se puso 2-0 con una jugada calcada a la del primero: Leone mandó un excelente centro a media altura y Stracqualursi volvió a dejar sin respuesta a Lucchetti. Parecía el golpe de nocaut, la piña a la mandíbula para terminar con el encuentro y generar una nueva frustración en Falcioni. Sin embargo, de la mano de Riquelme, el Xeneize se despertó. A los 42 llegó el descuento: tras una pared entre Román y Palermo, Colazo tomó un rebote y la clavó abajo. Y a los 46, tras una buena maniobra entre Mouche y Clemente, el 10 se acomodó en el área y la clavó abajo para el 2-2.
Parecía que Boca se lo iba a llevar por delante a Tigre en el complemento, luego de su levantada a puro corazón. Sin embargo, fue todo lo contrario y el Matador impuso sus condiciones desde el buen pie de Román González, la movilidad y el desequilibrio de Morales y la potencia de Stracqualursi, quien aguantó absolutamente todo. A los 7, el goleador del campeonato avisó con un remate que controló Lucchetti y a los 9, tras un disparo de Pernía y un largo rebote del arquero, Echeverría se lo perdió. Finalmente, a los 23, la visita consiguió por otro error defensivo el premio que merecía: Ruiz lo tomó al ex defensor de Chacarita y Stracqua cambió el penal por gol.
Lejos de volcarse con todo el ataque, Boca tardó en salir del asedio de la visita, que siguió jugando a su ritmo. No tenía reacción: Riquelme se había esfumado, Mouche seguí enfrascado con Pernía, Viatri no hizo más que Palermo y Erviti tampoco entró en circuito. Lo único que podía salvar a Boca era un zapatazo desde afuera. Y llegó, pero de un jugador inesperado. Clemente Rodríguez la tomó por la derecha, Mouche arrastró las marcas y el lateral la puso en un ángulo para volver a gritar con la camiseta xeneize después de cuatro años.
Fuente: www.tycsports.com
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