domingo, 6 de mayo de 2012

Descongelando gargantas

Espectacular noche se vivió en el Don José Dellagiovanna, a pesar de la bruma, el frío y el viento. Y es que el rival de turno era a priori un equipo complicadísimo, que venía bien, y sin embargo, en esta noche hubo un sólo equipo en el terreno de juego, y ese fue Tigre. Fue un partido perfecto, se lo mire por donde se lo mire. Valla invicta, goleada con tantos de sus artilleros, excelente despliegue de juego colectivo, nivel parejo entre todos los integrantes del equipo, y victoria ante un rival directo, que aunque esté lejos de todo, puede llegar a caerse.
El partido arrancó con dos equipos que se medían, se miraban, intentaban saber a qué iba a jugar el otro. La humedad de la noche hacía pensar que tratar bien la pelota iba a ser complicado, que ésta iba a correr con mucha velocidad y que controlarla iba a ser casi imposible. Y quizás esto fue lo que le ocurrió a Unión, que nunca pareció encontrarle la vuelta al partido. En cambio, Tigre, se hizo dueño de la pelota y la trató como un caballero debe tratar a una dama (y no me refiero a que se la trate a las patadas, sino con criterio, solidaridad, calidad, buenas intenciones). Más allá de las humoradas, Tigre se lució como hacía rato no lo hacía en el Coliseo de Victoria. Ante muchísimo público que se bancó las condiciones climáticas adversas, los jugadores Matadores hilvanaron muy buenas jugadas, como la que terminó en el gol del Lechuga Maggiolo, con gran gestión del Chino Luna y de Román Martínez (un Román que volvió a ser el que todos queremos ver siempre). Hasta ahí, Tigre merecía ganar simplemente por tratar mejor el balón. Y hubo polémicas, claro, como el gol anulado a Unión, que, según dicen, debió ser convalidado, aunque con la historieta del gol de Colón a San Lorenzo se hayan abierto una y mil dudas sobre la ley del offside. Y llegó el segundo, a cargo del Chino Luna, y el tercero, también por parte del goleador. Tigre se floreaba ante un Unión perdido en la cancha, muy impreciso en defensa, dubitativo, irreconocible.
El segundo tiempo fue más de lo mismo. El equipo santafesino intentó mostrar algún signo de recuperación, pero llegó el cuarto gol (del Lechu Maggiolo) y el castillo de naipes se le vino abajo al equipo de Kudelka. Y nada más, Tigre manejó la pelota a su antojo, sufrió algunas ocasiones de gol en contra, aunque nada tremendo, y hasta marcó un quinto gol que fue mal anulado por el línea. El “ooolee-ooleee” caía de todas las tribunas y, como decíamos, un partido que a priori era complicadísimo, terminó siendo baile y goleada.
Hacía muchísimo tiempo que no se disfrutaba de un partido de Tigre como hoy, hacía rato que no se terminaba un encuentro con tanta tranquilidad. Hoy, más que nunca, los sueños están intactos, la esperanza envalentonada, y la fe eternamente presente.
Hoy Tigre emocionó, por la entrega, el juego, los goles y el conjunto. Ojalá se pudiera vivir esta noche para siempre, pero no, hay que pensar ya en el próximo rival y pedir, a quien sea, que los rivales directos no puedan sumar de a 3.
Por lo pronto, hoy, le digo gracias a Tigre por un partido soñado, como hacía mucho tiempo no veía. Gracias Chino, gracias Lechuga, gracias todos.
Alejandro Graue/TMC

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