viernes, 23 de noviembre de 2012

Tigre igualó con Millonarios, y el sueño de ser finalista sigue intacto


En Victoria, empató sin goles ante los colombianos por las semifinales de la Sudamericana; el hecho de haber mantenido la valla invicta le permite al Matador ilusionarse con acceder a la definición; Por Luis Botto.



Es, desde ya, una fantástica campaña internacional. La tarea de Tigre en la Copa Sudamericana demuestra que con una pizca de entusiasmo, proyección y esperanza se puede luchar en esta parte del planeta futbolero. Con una curiosidad: el equipo de Victoria sufrió la salida de Rodolfo Arruabarrena en medio del camino, por los erráticos resultados en el torneo Inicial y un desgaste lógico a través del tiempo. No supo de tropiezos en el certamen sudamericano: aquí, primero, con el Vasco y luego con Pipo Gorosito, construyó un sendero de rosas. La única verdad es la realidad: Tigre es el único conjunto argentino vigente en esta competencia. 
Instalado en las semifinales, desde anoche empezó a espiar, aunque sea apenas de reojo, el horizonte de una hipotética final, un episodio que sería histórico en su reseña, apenas un puñado de meses después de haber quedado tan cerca del título en el anterior Clausura. El 0-0 de anoche frente a Millonarios, de Colombia, un adversario con intenciones golosas y escuálida decisión en los metros finales, no lo deja tan mal parado para el desquite, previsto para el jueves próximo. No ganó, es cierto, el objetivo esencial. Pero tampoco perdió, ni sufrió goles en su estadio, una huella que tendrá valor en lo que vendrá. 
Se armó sobre la marcha, luego de aquellos anunciados tropezones. Se fueron varios apellidos ilustres, como Román Martínez, como el Chino Luna, como Cachete Morales. No fue fácil el recorrido. Sin embargo, valió la pena el esfuerzo desmedido, con un plantel reducido, con piernas que exigen auxilio y con valores algo apartados de su máxima expresión. Tigre borra con el codo todo aquello y escribe de puño y letra un recorrido combativo, convencido y plagado de fe. Soportó el mejor juego colombiano en buena parte de la primera mitad y se repuso. Hasta tuvo un par de situaciones de riesgo, siempre lideradas por el emblema, por Martín Galmarini. Maggiolo y Santander quedaron algo aislados de la capacidad técnica de Pérez García, intermitente en casi todo momento, aunque con más decisión en los últimos minutos de un desarrollo parejo y aburrido. 
Es un buen conjunto Millonarios. Trata el balón con respeto, lo hace circular con criterio y cuenta con una ambiciosa decisión de espiar el arco contrario. Sin embargo, ni Candelo ni Rentería, ingeniosos y escurridizos, suelen mantener la cabeza fría en los metros finales. Viven con el corazón caliente. Allí, tal vez, radique cierta esperanza de Tigre en el porvenir: cómo jugar con la desesperación de un adversario tan habilidoso como débil de carácter. Y, sobre todo, con una defensa sin garantías. 
Albil, en más de una ocasión, con las piernas y con las manos, evitó la caída de su valla. Es que siempre dio la sensación de que Millonarios estaba más cerca del festejo que el propio equipo local. Tigre no ganó, es cierto. Y en Colombia va a ser bravo. Sin embargo, detrás del híbrido 0-0, que ofrece un panorama de misterio, más allá de no haber sufrido goles en su cancha, se desprende un mensaje de fe. Tigre llegó hasta aquí. Por qué no confiar...
Fuente: www.canchallena.lanacion.com.ar

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