


Pedro Daniel Pellegata
Podría ser un vecino más de Victoria
pero no lo es. Es el jugador que más veces vistió la camiseta de Tigre y fue
uno de los abanderados de aquel equipo Matador que ascendió a Primera en 1979.
Una vez retirado del fútbol hizo carrera en la pintura, su otra pasión.
Pedro Daniel
Pellegata. Sus gestos al hablar dejan al desnudo al hombre de barrio que lleva
adentro. Sus chistes espontáneos y la sonrisa despreocupada hablan de ello.
Vuelve a sus años de futbolista y admite que no era ningún artista en la
cancha, sino de esos que te pegaban patadas en la nuca. Y la gente de Tigre lo
quiere por haber dejado el alma en cada partido.
Daniel nació en
Recoleta un 2 de febrero de 1947 y al año se mudó a Victoria, barrio del cual
se considera hijo adoptivo. De pibe iba siempre a la cancha, jugaba a la pelota
con sus amigos de la Escuela Normal de San Fernando, y le gustaba dibujar y
pintar. Recuerda orgulloso cuando ganó, a los ocho años, el concurso de pintura
que organizó su escuela, dibujando la fachada de una librería.
A los trece
años, invitado por dos amigos que jugaban en las inferiores, se fue a probar a
Tigre y queda. Desde que arrancó en la sexta fue escalando hasta que tuvo la
suerte de debutar en la primera en 1969, contra Almagro.
Paralelamente,trabajaba en los talleres ferroviarios de la estación de Victoria
como dibujante. “Si vas a la estación y ves algún cartel que dice Prohibido
apoyarse, ese lo hice yo”, comenta. Desde el debut hasta el final de su
carrera, transitó con el matador todas las categorías: A, B y C.
No es amigo de
la soberbia, prefiere los pequeños detalles. Saca de abajo de su cama una caja
llena de camioncitos de guerra y autitos que coleccionaba para calmar los
nervios en el mundial 78. No logra quedarse mucho tiempo sentado, va y viene en
busca de fotos que lo transporten a su pasado glorioso en Tigre: cuando jugaba
en las inferiores y luego en la Primera. Colgada de la pared, una foto lo
muestra llevado en andas por una multitud de hinchas en el ascenso a Primera.
Cerca de la puerta, un banderín con los colores rojo y azul. No solo fue uno de
los grandes jugadores que tuvo el club (es el que más veces vistió la camiseta
de Tigre, con 360 partidos jugados), sino que también es un hincha apasionado.
Se le viene a
la memoria un partido contra Villa Dálmine en 1970: faltando dos minutos lo
dieron vuelta y ganaron dos a uno. Cuando llegaron al vestuario, el medico del
plantel estaba desmayado ¡de la emoción! También aquel partido con Morón de
1975, cuando nació la amistad entre ambas hinchadas. Un policía había disparado
contra un hincha de Tigre y desde las dos tribunas querían matarlo. Sin
embargo, ningún recuerdo se le compara al ascenso de 1979: “la gente estaba
loca, muy emocionada”, cuenta mientras recuerda sonriente como lo arañaron y lo
besaron los hinchas en la vuelta olímpica.
Sentado sobre
un taburete en su casa de Victoria, observa con los ojos pausados y nostálgicos
algunas de sus tantas obras. Ha pintado a su querida zona norte, con sus
infinidades de verdes y el río testigo de sus años de juventud. Muestra el
cuadro que hizo de Maradona trepándose al cielo con la mano de Dios; recuerda
aquella obra que inmortalizó el festejo del bicampeonato de Tigre en el 2004.
Durante varios años dio clases de pintura en el Delta, empapándose de sus
paisajes e incorporando imágenes y sensaciones que luego volcaría en su obra.
Pellegata
participó de numerosas exposiciones, ganando premios, menciones de honor y
reconocimientos. Muchas de sus obras fueron compradas por coleccionistas
privados, su arte cruzó el Atlántico, representando a los artistas
sanfernandinos en Italia. En septiembre recibió una mención de honor en una
exposición de pintura del Colegio de Escribanos de San Isidro y el mes pasado
expuso en Beccar junto al artista plástico Raúl Guevara.
Lo rodean
pinturas y cuadros en cada rincón de la casa. En el medio hay una mesa llena de
papeles, hojas en blanco, pinceles y pinturas, compañeros de cada momento de
inspiración. Hoy, con 62 años, la pintura reúne todo el placer que la pelota le
supo dar en su época de futbolista.
Ping Pong
Lugar en el
mundo: Victoria
Una cita ideal:
donde sea con mi mujer
Un grupo de
música: los Beatles
Un libro: “El
hombre que calculaba”, de Malba Tahan
Un plato: asado
Una frase:
“disfruta de tus días, es más tarde de lo que imaginas”
Momento más
feliz: cuando nació mi primera hija, Camila
Hijos: Camila,
Paulo y Luciano.
Alguien a quien
admires: En el futbol, a Maradona; en la pintura, a Fader.
Frases
“Si vos jugas
al fútbol y dejas el alma en la cancha, nadie te va a decir nada. Y yo deje
siempre el alma en la cancha”
“El de la
pintura fue un camino que arranque de chico y no lo termine nunca porque me da
muchas satisfacciones”.
“Pintar es una
alegría enorme. Es poder hacer algo y crear. Creo que eso es fundamental para
cualquier ser humano”
Por Agustín González
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