domingo, 1 de noviembre de 2009

Cambio en el banco

Julio Manzur no integrará mañana el banco de suplentes, debido a problemas familiares, su lugar será ocupado por el defensor Carlos Jesús Ricci.

Carta

En el día de hoy se fué fisicamente una gran persona, alguién que de la mano de Ricardo Caruso Lombardi llegó a Club Atlético Tigre y a todos los tigrenses como ayudante de campo en el año 2003. Un personaje con todas las palabras, que en poco tiempo se hizo querer por todos los que amamos al Matador.
Roberto, tenia tan sólo 56 años, y con una mínima trayectoria en las inferiores de Comunicaciones, llega al fútbol merced a la amistad con Ricardo, ya que eran vecinos, quién alguna vez lo calificó a él "como un hermano de la vida"; teniendo la posibilidad de dirigir a Tigre en el Nacional "B" cuando Caruso no lo hizo afectado por un problema cervical, y hasta dirigió un partido en primera división en Argentinos Juniors en su última estadia en el Bicho.
Hemos perdido a uno de los "grandes", pero en nuestra memoria siempre quedarán sus vivencias compartidas, sintiendo profundamente el sensible fallecimiento de Roberto.
Tuve la oportunidad de tratarlo asiduamente, y amén de que era un profesional excepcional, era un gran ser humano. Vayan pués, mis condolencias a su familia y amigos.
DANIEL ALBORNOZ

"PÉRDIDA"

Hoy a los 56 años de edad, falleció Roberto Antelo, "el negro" para los amigos, debido a la enfermedad que venía padeciendo y por la cual debió alejarse de su función. Fué ayudante de Ricardo Caruso Lombardi y partícipe de una de las campañas más brillantes que tuviera el Club Atlético Tigre en el ascenso.

El Vasco en su laberinto

Dice el Vasco Arruabarrena que después del primer gol de Lanús sintió que no tenía más ganas de jugar, y lo dice como quien no termina de constatar lo evidente, como quien sigue atrapado en las madejas del asombro. No hay, en sus palabras, el menor atisbo de justificación actuada. Más bien se trata de una confesión desconcertada, avergonzada, atribulada. Y la verdad es que da pena que le haya sucedido lo que le sucedió y que lo precipite a semejantes amargores. Un tipo entrañable, el Vasco. Querido por sus compañeros y respetado por sus adversarios. Uno de esos profesionales que dignifican al fútbol, que lo hacen mejor de lo que es. Podría pensarse, y la hipótesis sería consistente, que el de Arruabarrena es un caso aislado. El previsible hastío de un futbolista otoñal que con 17 años en Primera se descubre incapaz de asir la sortija de la motivación. Pero sucede que ver jugar a Tigre supone asistir al derrumbe de un equipo que se desacostumbró a ganar o, peor, que se acostumbró a perder, y que más de una vez se revela derrotado en la víspera. Si del partido con Lanús hablamos, por caso, no sólo Arruabarrena dio la sensación de estar ausente de cuerpo presente. Fueron unos cuantos los que con muchos minutos por delante se entregaron a un tranquito administrativo. Cabe preguntarse, pues, qué hay del estado de ánimo de Diego Cagna, que de la noche a la mañana armó un equipo competente, fomentó un salto de calidad suficiente para rozar la vuelta en el Apertura 2008 y hoy busca y busca pero no encuentra respuestas. ¿Podrá Cagna, en clave bambinesca, enderezar la nave? ¿Podrá Tigre volver a ser Tigre? ¿Tendrá Arruabarrena una despedida más decorosa?