Llegó el momento soñado. Después de veinticinco años volví a San Pablo, un sueño hecho realidad pero de la mano de Tigre, nada más ni nada menos que jugando la final de la Copa Sudamericana en el Morumbí.
Hasta ahí, todo bien, una experiencia inolvidable, que no se viven todos los días; entonces, pensé, como no disfrutar de este gran momento.
Pero diferentes circunstancias que se fueron sucediendo, hacían presagiar lo impensado, el desenlace final.
Situaciones raras se venían sucediendo, no permitirle al plantel entrenar normalmente, el no poder realizar el reconocimiento debido, como lo marca el reglamento de la Conmebol, reglamento? Habría que preguntarle al árbitro si lo leyó alguna vez.
En una Sao Paulo exultante, el viaje del hotel hacía el estadio fue una verdadera travesía, especialmente un horario pico que nada tiene que envidiarle a Buenos Aires, el cual es superado ampliamente. Los cuarenta y dos millones de paulistas, la cantidad de argentinos actualmente en nuestro país, con nueve millones de autos y tres millones de colectivos, marcan en números, una diferencia incomparable.
Volvemos al viaje interminable, en una trafic con los colegas de Espn, La Red, Rock and Closs y Diario Olé; en el trayecto nos enteramos que el micro con los jugadores había sido apedreado, una más y seguíamos sumando cosas negativas.
Con el hecho de llegar a la cancha, nos detuvo un patrullero, quienes con arma en mano nos apuntaban como si fuéramos delincuentes, por lo visto algo normal para ellos; primero te apunto a la cabeza, después pregunto, vaya manera.
Después de una hora y quince minutos, pudimos llegar recorriendo los diez kilómetros que separaban el Hotel Transamérica del Morumbí. Una locura.
Faltaba poco para el partido, y esa locura se trasladó al estadio, cuando personal de seguridad (lease patovicas) del club San Pablo, no le permitió el ingreso a los jugadores a realizar los movimientos precompetitivos. Comenzaba la verguenza, seguramente decisión impuesta por la dirigencia paulista.
El Morumbí presentaba un marco imponente, unas setenta mil almas esperaban el gran evento, era una fiesta; y los dos mil hinchas del Matador, hacían el aguante estoicamente, superados ampliamente en números, pero no en el sueño de ver a su equipo campeón.
Hubo un partido, si, a medias, donde Tigre espero en los primeros minutos, supo cubrir los espacios, esperando para salir de contragolpe; sin embargo, se notó las ausencias de quienes debían recuperar la pelota, y de quien debía ser el creador de fútbol.
El conjunto local iba en busca del gol, hasta que llegaron esos minutos fatales, en donde San Pablo logró en cinco minutos convertir en el arco defendido por Albil. Tigre, en tanto, trataba de alguna manera llegar con peligro hacia el arco de enfrente, con un Maggiolo demasiado aislado para mi gusto.
Llegó el final de la primera etapa, tumultos, manotazos, un golpe del arquero suplente a Botta y el caos generado dentro del campo de juego.
No todo terminaría allí, y lo que todos sabemos, cuando los jugadores ingresaban al vestuario, el personal de seguridad, el mismo que no les quiso permitir el precalentamiento en el campo de juego, los recibió a golpes de puño y patadas, sumado a esto, llegó la policia a ese sector, quienes se suponía deberían atemperar la situación, pero nada de eso ocurrió, también se sumaron a los golpes hacia el cuerpo técnico de Tigre y sus jugadores, exhibiendo armas de fuego, lo cual no es poca cosa. Los dirigentes de San Pablo? Bien, gracias!
Debido a estos hechos el técnico Néstor Gorosito, tomó la mejor decisión, porque más allá que algunos hinchas manifestaban al regreso, que viajaron para esto; había que ponerse en la piel del jugador, la situación no ameritaba otra decisión, pensando por otra parte que sus familiares estaban en la tribuna.
Sin embargo, el árbitro chileno Enrique Osses, después de cincuenta minutos de espera, de haber ingresado al vestuario, dio por finalizado el partido, y decretando al equipo paulista como campeón del torneo. Un mamarracho!
Durante la espera para recojer las notas, dentro de un clima tenso, el colega de radio La Red, Federico Rodas, en su intento por hacer una nota en zona de vestuario, fue amenazado con un arma de fuego por personal de seguridad. Cuanta impunidad.
Finalmente, cerca de las dos de la mañana, ya había perdido la noción del tiempo, pudimos regresar en el micro con los jugadores, quienes se mostraban apesadumbrados por la situación vivida. Pero antes de llegar al hotel, tuvimos una parada previa, donde tuvieron que ir a la Comisaría a declarar por los hechos antes mencionados.
Ahora, me pregunto, esto sentará precedente? Teniendo en cuenta que Brasil organizará el Mundial 2014, cual es la seguridad que brindará su país a jugadores, periodistas e hinchas, cuando deban jugarse los partidos de la copa; o será que Brasil tendrá que salir campeón, sea como sea.
Según Blatter, lo sucedido en el Morumbí sienta precedente para la organización del mundial venidero; esperemos no lo halla dicho para quedar bien, como suele suceder, y se tomen decisiones al respeto.
Que pasará con la decisión de los dirigentes de la Conmebol? Se lavaran las manos como siempre? Porque los dirigentes de San Pablo denunciaron que los jugadores de Tigre comenzaron los tumultos.
Y pensar que se dice por ahí, que el mejor arbitraje es el sudamericano, viendo lo que fue la final de Corinthians vs Chelsea, me doy cuenta que estamos muy lejos en cuanto a los arbitrajes; se debería tomar como ejemplo. También ver a un digno campeón, cosa que San Pablo no lo es, quedó claro?
Mientras tanto, habrá que ver que pasa con la reunión de los miembros de la Conmebol del próximo jueves en Paraguay, en donde estará Sergio Massa, también aseguró su presencia "Don Julio Grondona", para ver como resuelven lo sucedido.
No vaya a ser cosa que, en el sorteo del viernes para el repechaje de la Copa Libertadores 2013, Tigre deba enfrentar a San Pablo nuevamente, porque es una posibilidad al igual que le puede tocar jugar con Gremio de Porto Alegre.
Final para un viaje inconcluso, una final plagada de irregularidades, con un campeón de un solo tiempo; un regreso a las apuradas, donde ni siguiera pude pasar por el Duty Free. Pero eso es lo de menos. Lo importante pasaba por otra lado, al menos lo puedo vivir para contarlo, y que Tigre una vez estuvo en el Morumbi, algo que hace algunos años no lo hubiésemos imaginado.
Gustavo Ase/TMC
