domingo, 18 de octubre de 2009

Boca sufrió, pero ganó y llega mejor parado al Súperclásico

La oportunidad para Boca de arrimarse definitivamente al pelotón de arriba era ideal. Después que Alfio Basile revirtió su decisión de renunciar al cargo de entrenador llegaron las victorias sobre Vélez y Racing, y sobre todo el cambio de actitud. Como local en Liniers, recibía a un Tigre malherido. Parece que apareció el equipo de memoria en la cabeza de Basile. Abbondanzieri; Ibarra, Cáceres, Paletta, Monzón; Battaglia, Rosada, Insúa; Riquelme; Gaitán y Palermo se recitan con facilidad. Pero hubo algo diferente en Boca en el inicio del partido: la iniciativa, las ganas de ganar. A los 3, Gaitán desbordó por izquierda, pero su centro no llegó a destino. Después Riquelme probó con un tiro libre que encontró la buena respuesta de Islas. El arquero visitante empezaba a mostrar sus reflejos. Boca era superior, pero no era profundo. Llegaba hasta tres cuartos y ahí siempre chocaba con Garat, Oliva o Arruabarrena, que frenaban con falta a los jugadores de camiseta blanca, la alternativa que estrenó Boca. Duro en la marca Tigre, Boca se encerraba y se cerraban los caminos al arco. Por eso, el contraataque visitante insinuaba peligro sobre Abbondanzieri. Morel probó con un tiro libre, afuera. Después, Matías Giménez tiró una pared con Luna por izquierda. El delantero enganchó hacia el medio y quedó en posición de gol, pero su derechazo, débil, fue simple para el Pato. La más clara de Boca fue a los 29, movió al equipo Román Riquelme. Pelota a la derecha para Ibarra, al medio para Palermo, a la izquierda para Gaitán que sacó un puntazo de zurda. Islas otra vez atento, rechazó por encima del travesaño. Y enseguida respondió Tigre con una volea de Morel que encontró a Abbondanzieri bien ubicado. Aceleró Boca en el final. Porque Battaglia creció por la derecha, porque Insúa estaba más participativo y porque Riquelme se hacía dueño de los tiempos y de la pelota. Casi abre el marcador Román con un tiro libre que dio en el palo derecho de un Islas impotente. En el segundo tiempo Boca se pareció a aquél equipo que supo formar Basile y que ganó todo lo que jugó. A los 4, mientras Riquelme se cambiaba los botines por segunda vez, Battaglia habilitó a Gaitán con un pase entre líneas. El zurdo la bajó, se acomodó y tocó al palo más lejano de Islas para poner el 1-0. De entrada, Boca resolvía el partido ante Tigre. Y diez más, tarde, salió una contra rápida. Insúa llegó hasta el fondo por izquierda, mandó el centro al segundo palo y apareció otra vez Gaitán para poner la cabeza y establecer el 2-0. A partir de allí, Boca mostró su mejor cara. Con la ventaja reinó la tranquilidad y la precisión. Palermo se la bajó a Gaitán que no llegó a empujarla. Riquelme quedó mano a mano, después de sacarse dos tipos de encima aunque definió mordido. Otra vez Román, amagó, dejó desparramado a Oliva, pero su remate fue desviado por Islas. Una, dos, tres jugadas de gol clara. Pero Boca no podía acertar ese golpe de nocaut. Tigre resucitó a los 33. Llegó un centro desde la derecha, Luna se desprendió de las marcas de Cáceres y Paletta, y clavó un cabezazo contra el palo derecho de Abbondanzieri para descontar. Merecido para el Matador. Y Boca, que presentó las mismas fallas defensivas de siempre. Se apoyó en el Pato para mantener el triunfo (le tapó una clave a Arruabarrena y otra a Lázzaro cuando iban 2-0). Sobre el final, Tigre presionó por un empate heroico que no se dio por culpa del palo izquierdo que evitó el gol de Suárez. Y después Garat cabeceó por arriba del travesaño un buen centro de Giménez. Al final Boca terminó sufriendo y se quedó con su tercer triunfo consecutivo para acomodarse a cinco puntos de la cima (propiedad de San Lorenzo) y esperar por el Superclásico con la motivación justa. A Tigre le faltó decisión para igualar y se terminó lamentando por su ineficacia en el área rival.

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