lunes, 14 de febrero de 2011

River no pudo quebrar a Tigre y casi lo pierde en el final

Empataron 0-0 en Victoria en un duelo clave en la pelea por evitar la Promoción. El equipo de Jota Jota contó con las chances más claras, pero casi se va con una derrota tras un remate de Telechea que tapó Chichizola.
Parece contradecir la historia este River. Al menos, el River de anoche, en Victoria, ese que rugió cuando Matías Almeyda -la figura- metió suela y barrió de un lado para el otro, preocupado por marcar y nunca por crear. Parece ratificar a su técnico este Tigre, que juega como jugaba Rodolfo Arruabarrena, bien ordenado y siempre pensando en el aspecto defensivo. El cero a cero fue el mejor aval, el sostén para explicar la carencia de juego de los dos equipos. Cuesta creer que este River tratará de aliviar sus penurias de esta manera. Cuesta creer, por los mismos motivos, que Tigre pueda tener nuevamente, por ejemplo, al goleador del torneo, como lo fue Denis Stracqualursi.
Se pueden ver esquemas (un 4-4-2 diagramó Arruabarrena; un 3-4-2-1 eligió Juan José López) y obtener así hipótesis inconclusas. Los números, al fin de cuentas, no son tan sinceros y ocultan una parte de la verdad. Lo cierto, lo comprobado al menos en el campo de juego, es que, más allá de cualquier táctica, los dos equipos coincidieron anoche en un punto: no están preparados para atacar. Ambos, tanto Tigre como River, tienen un juego pensado más en proteger el arco propio que en ir y dañar el ajeno. Por eso, al cabo, lo más atrayente en Victoria estuvo en la marca, en esa duplicación de marca, en lo áspero. Priorizar el quite antes que la creación.
El círculo central de la cancha pareció ser como un trofeo de guerra. El objetivo fue hacerse fuerte en ese sector. Allí entraron en combate, en pequeñas batallas. Desde un bando, los protagonistas fueron Esteban González, Diego Castaño, Román Martínez y Rubén Botta; desde el otro, Paulo Ferrari, Walter Acevedo, Matías Almeyda y Juan Manuel Díaz. Hubo paridad en esa batalla.
Debido a ese planteamiento, las ocasiones de gol que hubo durante los primeros 40 minutos se dieron todas con remates desde afuera del área. A repasar: a los 14, un zurdazo de Erik Lamela, mitad centro, mitad disparo al arco, que terminó desviando Daniel Islas; un minuto después, el arquero de Tigre respondió de gran manera ante un derechazo de Manuel Lanzini; a los 20, fue Mariano Pernía el que se animó a probar al debutante Leandro Chichizola, quien se lució tras una gran atajada; y a los 29, Mariano Echeverría no le pudo entrar bien al balón y lo mandó por arriba del travesaño.
Lo mejor de la visita en ataque, casi lo único también, fue protagonizado por Mariano Pavone, el jugador que está en vías de constituirse en el delantero central de la historia de River que más solo juega. Llamativamente, por supuesto. Es que el hombre de Tres Sargentos no encaja en este esquema de Jota Jota. No participó ayer del juego. Estuvo desconectado. Desorientado, tratando de encontrar la pelota. Un ejemplo que resume: en la segunda etapa corrió 25 metros para su campo, para defender, para empujar a Martín Galmarini y ganarse la tarjeta amarilla.
Sin embargo, el número 7 fue el que, de espalda, contra Echeverría y Juan Carlos Blengio, se las ingenió para abrir la cancha, cederle la la pelota a Ferrari para que mande el centro y aparezca Lamela cabeceando desviando. La jugada no estuvo cerca de mover la red protegida por Islas. Ahora bien: fue lo mejor de River colectivamente.
Como si fuera un reglamento improvisado, en Victoria parecía estar prohibido pisar el área con combinaciones. Lo único que estaba permitido era rematar desde lejos. Se jugó casi sin áreas; faltó poquito para que sea sin arcos.
Otro ejemplo que resume: Stracqualursi, el goleador de Apertura junto con Santiago Silva (11 tantos cada uno), no pateó al arco, ni un sólo disparo franco jugando de local, en su ambiente.
Algunas aproximaciones cerca del pitazo final sirvieron únicamente para que el partido no reciba aplazo como calificación. Muy poco. Muy pobre...
Fuente: www.clarin.com

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