domingo, 2 de octubre de 2011

Un equipo de Diez

John Jones ejones@ole.com.ar

Boca le ganó a Tigre con un gol en contra de Castaño y, con diez fechas jugadas y un Riquelme enganchado, ya le sacó cinco a Rafaela y seis a Racing. Fiesta en la Bombonera.

Podrá no humedecer las pupilas. Podrá, por momentos (cuando no la tiene Juan Román Riquelme), no pregonar un estilo poético. Pero gana. Boca, este Boca mecanizado, mentalizado, hace lo que hay que hacer cuando sale al verde césped: terminar con más goles que el rival cuando el silbato indica el ocaso del partido. Podrá el equipo de Julio César Falcioni (salvo con Unión en la segunda fecha) ganar sus partidos por la mínima. ¿Importa? No cuando Racing, candidatazo, deja puntos en manos de un Independiente disminuido. No cuando el que estaba enfrente era justamente Tigre, que podía ponérsele a tres. El cóctel, hoy, lo ve a cinco de Atlético Rafaela y a seis de la Academia, principal amenaza.

El final del encuentro comenzó a tejerse allá por el minuto 13 del primer tiempo. Ahí, cuando la mano de Riquelme se alzó en una Bombonera ventosa y le indicó a Diego Rivero que se abriera a la derecha porque venía la jugada preparada: siesta de Carlos Luna, que corrió al Burrito desde atrás, tiro del volante y gol en contra de Diego Castaño. Un 1-0 tempranero, el peor error ante el líder del Apertura, que bien sabe cómo ponerle el moño a los partidos. Preparado, pensado, para sumar y sumar. Boca, ganando, ocupa, cual frase de su técnico, "muy bien los espacios". Cada rincón, cada nidito, con mayoría y supremacía de camisetas amarillas.

No es casualidad que a Agustín Orion sólo le haya molestado el viento en los ojos. Hay un efecto candado de Boca. Hay un Rivero que colabora, que cuando tiene que volver, vuelve, y cuando tiene que ir, va. Hay un Rolando Schiavi que sabe cuándo, cómo y dónde salir a cortar cuando anticipar se hace complicado. Hay un Juan Manuel Insaurralde cada vez más firme como su ladero. Hay un Walter Erviti que se asocia en ataque y auxilia en defensa. Y también hubo un Cristian Erbes que supo suplir la falta de Leandro Somoza y controlar a Román Martínez. Esas, las armas de un equipo que después del gol le apostó todo a un contraataque letal que cerrara la historia en los pies de Lucas Viatri, Pablo Mouche o el mismísimo Riquelme.

"Tigre es el que mejor juega", había soltado Román en la previa. Quizá una forma de desligarse, quizá una forma de sacarse de encima ese peso. En realidad, el que mejor juega, a su manera, es Boca. El equipo con menos goles en contra: apenas dos en diez fechas. El equipo que prende el piloto automático después de ponerse arriba. El equipo que es líder indiscutido del Apertura y que, por más que desde el banco de suplentes no se animen a soltar la palabra, es el que más cerca está de ser campeón.

Fuente: www.ole.com.ar

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