miércoles, 6 de marzo de 2013

Tigre ganó en la última jugada y sigue vivo

Por Maximiliano Uría


En Victoria, superó por 1-0 a Palmeiras con un gol de Peñalba en la últma pelota. Con el triunfo, el equipo de Gorosito se mantiene a la expectativa en el Grupo 2.

Peñalba celebra su gol agónico junto a Ferreira. (AFP)

Ese gol de Peñalba, en el cuarto minuto de descuento y luego de que Kleber desperdiciara un contraataque con ventaja numérica , le permite a Tigre seguir con vida en la Copa Libertadores y creer que el pasaje a la segunda ronda ya no forma parte de una utopía.


El público de Tigre festejó tanto la conversión de Peñalba -la empujó luego de que Ferreira se la bajara de cabeza- como el cruce que un minuto antes había realizado Orbán, cuando Kleber tenía todo a su favor para vulnerar a Cousillas.

Jamás pudo el partido, principalmente en su primera etapa, superar la frialdad que llegaba desde el exterior, con una tribuna local ocupada solamente en un 15%, justo en la noche que Tigre se jugaba algo tan importante como es seguir en la Copa Libertadores.

Como por cuestiones de seguridad sólo pudieron ingresar los socios, el equipo de Néstor Gorosito contó apenas con el respaldo de unos 4.000 aficionados. Y como al equipo local no le sobra nada, ni siquiera mostró fervor para pasarle por arriba a un rival frágil e inocente, que actualmente compite en la segunda categoría del fútbol brasileño.

Rubén Botta, ubicado por la derecha casi como un extremo, anticipó en las dos primeras pelotas al lateral Marcelo Oliveira y rápidamente se pensó que por ese costado habría una puerta abierta de modo permanente. Sin embargo, Tigre eligió otros caminos -y se equivocó- para llegar a la valla de Fernando Prass.

Palmeiras no pudo ocultar sus limitaciones salvo cada vez que la pelota pasó por los pies del chileno Jorge Valdivia, que con poco le alcanzó para ser el mejor entre los suyos. También mostró dos volantes externos, como Wesley y Vinicius, tan rápidos como irresolutos, veloces para acceder a posiciones de peligro para luego diluirse en la nada.

Las dos mejores llegadas del Matador en los 45 minutos iniciales fueron un par de pelotas paradas manejadas por Rusculleda hacia la cabeza de Peñalba, sendas peinadas del mediocampista y Echeverría, de atropellada, que no pudo convertir. Así atacó Tigre. Transformando al defensor libre en su hombre más peligroso.

En la etapa complementaria se acentuó la falta de ideas de Tigre, a punto tal que quedó demostrado que, en este equipo, si no juega Botta no juega nadie. Frío, marcadamente frío, y repetitivo, exasperantemente reiterativo en sus movimientos, el equipo local estuvo siempre más cerca de perderlo que de ganarlo.

Excepción hecha de un remate de Leguizamón y una pifia increíble de Torassa, la noche de Fernando Prass era bien tranquila.

Además, una pobre tarea del árbitro ecuatoriano Ponce, que no expulsó a Galmarini luego de que el lateral-volante cometiera una violentísima infracción.

En el cuarto de hora final fue Palmeiras el conjunto que se tuteó con el triunfo.

Cousillas tuvo una atajada consagratoria ante Patrick Vieira, Charles desvió su remate cerca de un palo y Valdivia no pudo darle buena dirección a un zurdazo de frente al arquero.

Sin embargo, como tantas veces en nuestro fútbol doméstico, una jugada de pelota parada le arregló la vida a un equipo. Botta la metió en el segundo palo, Ferreira cabecéó más libre que en una práctica y Penalba hizo delirar a Victoria.
Fuente: www.clarin.com

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