Cayo 2-1 con Tigre, pese a jugar con un hombre de más durante todo el segundo tiempo. Morales y Stracqualursi, que le había hecho dos goles en el último clásico platense, marcaron para los de Caruso. Benítez, el gol del único líder del Apertura.
Tigre fue el rey de la sorpresa en la noche de Victoria. Y dejó al León Estudiantes expuesto a la posibilidad de dejar su soledad en la punta (hoy lo puede alcanzar Vélez). Le ganó 2-1 a puro coraje e intensidad, incluso a pesar de jugar con un futbolista menos durante 44 minutos. Es cierto, Estudiantes sintió las ausencias de varios jugadores. Pero eso sirve apenas como atenuante de la peor actuación del equipo en el torneo.
La única derrota de Estudiantes había sucedido en un escenario similar al de Tigre: en el bravo reducto de Floresta, ante All Boys. Allí, donde todos los espacios parecen más breves, el equipo de Alejandro Sabella padece. Se siente atado, preso, sin ese manejo de las situaciones que lo llevaron a ser uno de los dos grandes candidatos al título de este Apertura.
En Victoria, le pasó algo parecido que en el 2-1 en la cancha de Alvarez Jonte. Sobre todo en ese primer tiempo en el que Tigre le recortó todos los caminos y, sobre todo, neutralizó la influencia de dos mediocampistas que suelen ser decisivos: Rodrigo Braña y Juan Sebastián Verón, la mejor dupla doble cinco del fútbol argentino.
Para conseguir eso en el primer tiempo, resultaron fundamentales los volantes centrales del otro lado: Diego Castaño y Román Martínez. Tuvo otra dificultad Estudiantes: una de las claves de su éxito tiene que ver con su notable capacidad defensiva (hasta anoche había recibido apenas cuatro tantos en 13 encuentros). Pero en el comienzo del partido -tal vez por la ausencia de Leandro Desábato, uno de los lesionados de un plantel complicado en ese rubro- los cuatro que esta vez incluyó Sabella en la línea de fondo no ofrecieron las mismas garantías de otras ocasiones.
No hubo tanta intensidad en la marca y cuando salían lejos, terminaban pagando. El gol de Tigre, a los 23, sirve de testimonio de ese concepto: un rebote en Gabriel Mercado -tras un remate de Germán Telechea- descolocó a los defensores y Diego Morales aprovechó las dudas y definió ante César Taborda.
Parecía complicado para Estudiantes. Pero hubo una jugada, en el primer minuto del segundo tiempo, que le dio una mano: pisotón de Martínez a Gabriel Peñalba, segunda amarilla y expulsión. Un acierto de Diego Abal en el marco de un arbitraje deficiente, ocasionalmente permisivo con algunos jugadores de Estudiantes.
Esa circunstancia, lo impulsó al equipo de La Plata. Fue tras los pasos del empate y lo consiguió pronto: a los cinco minutos, tras un centro largo de Mercado, apareció Leandro Benítez y con una volea puso el 1-1. La impresión era nueva tras ese grito: el partido estaba ahí, a un golpe más ante un Tigre en apariencia maltrecho.Sin embargo, de a poco, Tigre se fue acomodando, se fue cerrando, y -agazapado- esperó su chance. Con diez, el equipo local consiguió no ser menos que su rival, que este Estudiantes que -por momentos- pareció atado con alambres en la punta del torneo.
No le funcionaba casi nada a Estudiantes. Porque no tenía la claridad ni la contundencia que se le debería exigir a un candidato al título; y sobre todo no brindó las garantías que su defensa ofrece con regularidad. Y así, aprovechando carencias ajenos, Tigre le dio un mazazo: a los 27, tras un pelotazo de Rubén Botta (de notable actuación cuando ingresó), Denis Stracqualursi definió ante Taborda y mostró su pasado tripero con el número de su camiseta (evocando a La 22, la hincha de Gimnasia). Lo que siguió fue la desesperación de un Estudiantes desconocido y la constancia defensiva de un Tigre preparado para sostener la sorpresa. Así hasta el final, hasta que el asombro se transformó en el protagonista en la noche en la que Estudiantes no pareció un líder.
Fuente: http://www.clarin.com/
